miércoles, 16 de noviembre de 2011

Funciones del alumno
El buen alumno
La historia y la evolución de lo que debiera ser un buen alumno distan mucho de ser una evolución satisfactoria pues ni en su concepción primera y en sus últimas se puede hablar de un buen alumno en el sentido pedagógico y ético.
Antaño, el alumno era el ser pequeño e inexperto que debía aprenderlo todo y no podía ser capaz de enseñar nada de nada.
Ahora, en nuestros magníficos momentos de consumismo infernal y de rotura de valores, el alumno es el que tiene en poder magnánimo de todos los tiempos.
Hemos creado, a mi parecer, una tropa de monstruos sin sentido ni sentimiento.
Estamos ante la batalla de la educación, el respeto y el compañerismo.
Siento empezar con palabras tan duras pues pueden herir, éstas, la sensibilidad de quienes sientan cercano este tema. No es mi intención crear conflictos existenciales en los lectores. Mi intención, es dar a entender las pautas que yo considero oportunas para ser un buen alumno.
Con ello no estoy excluyendo mil maneras de ver el asunto ni tampoco estoy encasillando a todo el colectivo estudiantil en el mismo saco de los valores rotos.
Hay muy buenos alumnos, que además, son muy buenas personas.
A mi entender, un buen alumno es aquel que:
1) Es consciente que está en un aula en la que debe expresarse y dejar a sus compañeros que lo hagan.
2) Se esfuerza en trabajar y aprender lo necesario para adquirir unos conocimientos mínimos útiles en su desarrollo cognitivo.
3) Respeta a sus profesores, les pide las cosas de manera respetuosa y no arremete a su integridad física ni psíquica.
4) Comprende que él o ella no es quien dirige la clase, sino el profesor.
La verdad, se me hace un tanto incómodo sacar trapos sucios de los alumnos, intentar dar pautas de lo que es o no es un buen alumno pues, en cierta medida, los alumnos son forjados por la sociedad, por sus padres o familiares adultos más cercanos, por sus profesores, por los medios de comunicación, etc.
Entonces, a diferencia del profesor quien si tiene a su alcance los recursos necesarios para saber qué debe o no debe hacer, un alumno, un niño o un adolescente, no tiene manera de descubrirlo si no es a través de las personas más influyentes en su educación.
Son seres que aun están en un proceso muy importante de educación y aprendizaje, ellos mismo no tienes las competencias necesarias para descartar lo que les conviene o no les conviene aprender y/o adquirir.
Siendo esta mi perspectiva, cabe concluir diciendo que tengamos más en cuenta a nuestros menores, son ellos el futuro, son ellos los futuros padres, los futuros políticos, los futuros maestros. Debemos volcarnos para que ellos aprendan a ser buenos alumnos y buenas personas.
A diferencia de la escuela tradicional, donde el alumno tenía un papel pasivo de recibir información, actualmente, en la escuela activa, justamente el papel del alumno que la docente trata de motivar es ACTIVO, que construya su propio conocimiento a partir de la guía del docente.
El papel del alumno ha dependido de su contribución en el proceso enseñanza-aprendizaje, es decir, el tipo de actividades que realiza, el control que ejerce sobre los contenidos del programa, los patrones de interacción grupal que se llevan a cabo en el salón de clases, el grado en el que influye en el aprendizaje de sus compañeros y su habilidad para procesar o ejecutar la información, o para resolver los problemas que se le presentan. 11   El papel del estudiante, en un enfoque individualizado dirigido hacia el aprendizaje de la lengua establece que el alumno: a) planea su propio programa y asume la responsabilidad de lo que hace en el salón de clases; b) monitorea y evalúa su propio progreso; c) es miembro de un grupo y aprende al interactuar con otros; d) asesora a sus compañeros; y e) aprende del maestro, de los otros estudiantes y de otras fuentes de enseñanza. 12
Actualmente la postura constructivista, que se basa en la psicología cognitiva, postula la existencia de procesos activos para la construcción del conocimiento. El conocimiento es el resultado de un proceso de construcción a nivel social. El alumno es un sujeto activo que construye y reconstruye el conocimiento de su grupo cultural. La función del profesor es vincular los procesos de construcción del alumno con el saber colectivo culturalmente organizado. El profesor, además de crear las condiciones óptimas para que el alumno desarrolle una actividad mental constructiva, debe orientar y guiar, de manera explícita y deliberada, dicha actividad. El profesor es el mediador entre el alumno y la cultura. La formación docente debe abarcar los planos conceptual, reflexivo y práctico. El plano conceptual comprende la adquisición de un marco teórico sobre los procesos individuales, interpersonales y grupales que intervienen en el aula y propician el aprendizaje significativo. El plano reflexivo abarca el razonamiento crítico de la propia práctica docente, la reflexión crítica proporciona al maestro el análisis de su quehacer curricular en el salón de clases. El plano práctico se refiere a la generación de prácticas alternativas innovadoras que permitan intervenir directamente en los procesos educativos de los alumnos. 13
Como se observa, las relaciones entre el maestro y el alumno han cambiado de asimétricas a simétricas. Las relaciones asimétricas se han semejado a las de entrenador y jugador o terapista y paciente. Las relaciones simétricas han sido equivalentes a las de colega y colega o compañero y compañero. No obstante, el éxito en el proceso enseñanza-aprendizaje depende del papel que asuman el maestro y el alumno en el salón de clases. La principal labor del maestro es cumplir con los objetivos del curso, apegándose a las teorías de aprendizaje y enseñanza, así como proporcionar a los alumnos los contenidos del programa y crear condiciones óptimas que conduzcan al aprendizaje exitoso de la lengua meta. 14
Para lograr tales objetivos, el maestro debe considerar que el alumno no es un mero producto del ambiente ni el resultado de sus aptitudes psicológicas, sino una construcción propia que se genera día a día como consecuencia de la interacción entre esos dos factores. En dicho proceso de aprendizaje, las funciones del maestro y del alumno de una lengua extranjera están estrechamente vinculadas. El maestro ya no es tan sólo el transmisor de la información, sino el facilitador y mediador de la lengua meta. El estudiante de una lengua extranjera deja de ser un receptor pasivo, aprende a aprender y se torna en el constructor de su propio conocimiento. El alumno es un sujeto social reflexivo que, al interactuar con otros y aportar sus propios conocimientos, es capaz de rebasar y transformar, a través de su labor 

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